Devolver la vida a una flor marchita

Devolver la vida a una flor marchita

Buenos días amig@s, una de las grandezas de mi profesión, una profesión que amo por encima de muchísimas cosas, es sin duda la satisfacción de poder entrar dentro de las personas, de poder en todo momento hacerlas felices (aunque sea de forma momentanea) y os aseguro que cuando logras conseguir ese objetivo, como yo digo, ya pueden «llover chuzos de punta» que no me afectan en absoluto.

Sin duda, muchas veces tengo que que ser realista, un tanto egoísta y pensar que para llegar a ofrecer eso de mi, existe por otro lado la necesidad de sobrevivir y eso muchas veces me hace ser frío y que mi parte profesional aflore. ¿Por qué os explico esto? pues muy sencillo, la semana pasada vivi uno de los momentos más emocionantes de mi vida BeDeSeMera, os cuento…

Hace unos días me llamó una mujer de 66 años con residencia en un pueblo cercano a mi casa y que me seguía desde hacia mucho tiempo. Me indico que me había escrito en una ocasión (cosa que verifique y fue hace 3 años) explicándome que desde siempre se había sentido sumisa pero que nunca había podido vivir como tal y mucho menos tener una vivencia BeDeSeMera, que había intentado alguna relación virtual (ya que por su condición, estado y residencia no podía plantearse una relación real), pero que todas habían sido un autentico fracaso (con zumbados incluidos). Me contó que no había podido llamarme antes, dado que sus limitaciones económicas no se lo habían permitido. Después de una larga conversación, quedamos para los días posteriores y el jueves pasado vino a casa. La noté rota, vacía, sin ilusión, sin ganas de nada, pero con muchísimas ganas de vivir nuestro mundo, la mujer venia con el dinero que había podido juntar después de mucho tiempo dispuesta a vivir una sesión de iniciación con según sus palabras «alguien al que respetaba enormemente y que desde que me descubrió sabia que seria yo quien la iniciara en el BDSM de forma real», así que imaginad como me sentía yo, recordando como cuando era pequeño y ahorrabas para poder comprarte aquel pequeño juguete que te hacia el niño mas feliz del mundo y por supuesto aquel juguete, logrado con todos mis sacrificios, era el más preciado para mi.

OS RESUMO… La sesión y después de una larga conversación, de realizar la playlist de forma extensa y puntualizar, limites y limitaciones, fue de una intensidad y emotividad que raramente suelo vivir de esa forma en una sesión de iniciación, pero permitidme que todo el contenido de esa sesión quede entre «A» (la inicial de su nombre) y un servidor. Aquella mujer que vino a vivir su primera experiencia BDSM, que venia como os decía, rota, vacía y sin ilusión cuando terminamos la sesión (de más de dos horas) y salió del baño, al yo preguntarle como le había ido y que había sentido, se abalanzo sobre mí, se puso a llorar como una niña pequeña, llenándome de besos y sin parar de darme las gracias por aquella experiencia que le hice vivir y que había estado muy por encima de lo que siempre había soñado. Amig@s, no puedo explicar el brillo de su mirada cuando se marcho después de otra hora más y de otra larga conversación cuando llegó mi mujer (cuando yo trabajo ella sale a pasear, comprar, para estar con su madre) y mucho menos lo que mi interior sintió al vivir aquella experiencia, que sinceramente… si no se vive no se puede llegar a entender. Os doy mi palabra que intente por activa y pasaba que no me pagara, pero fue imposible entendernos, así que le prometí que cuando quisiera podía volver para vivir una nueva sesión de forma totalmente gratuita.

Y esa experiencia me ha hecho hacerme un planteamiento, y es el siguiente: Cualquier mujer de más de 65 años que se sienta sumisa, que ame el BDSM, que nunca haya tenido una experiencia real y que quiera vivir una sesión de iniciación, la podrá solicitar sin que le represente ningún dispendio económico por tu parte. Simplemente debe escribirme a mi correo dhankodom@gmail.com o llamarme por teléfono y explicarme su caso y experiencia y nos pondremos manos a la obra para que pueda vivir esa iniciación.

Por otro lado, reafirmarme en mi profesión, una profesión que me permite vivir y hacer vivir ese tipo de experiencias, que de otra forma no podrían existir. Reirme… si amig@s, reirme cada día más de la gente que me critica, insulta y menosprecia por cobrar por mi trabajo, que no entienden que la profesionalidad y el buen hacer son los elementos que en muchas ocaciones, permiten a muchísimas personas ser felices y que os aseguro que, al menos en mi caso, la profesionalidad no es frialdad y muchiiiiiisimas personas pueden dar fe de ello.

Gracias por leerme amigos!, Feliz semana.

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