Fue una sesión muy especial… Iris se presentó ante mí para iniciarla. Habíamos mantenido muchos correos y la conocía bien, había llegado el momento de la verdad, una verdad que ella iba buscando desde hacía tiempo. El sexo en su forma “vainilla” ya no le llenaba y no porque no lo tuviera, sino porque al finalizarlo siempre le dejaba aquel gran vacío que conocemos los que practicamos el BDSM, porque lo hemos sentido antes de haberlo sabido llenar con este nuevo mundo. Esa era su principal búsqueda, encontrar una luz en una oscuridad en la cual permanecía sumergida.
La sesión no fue muy intensa, era su primera vez y yo quería que experimentara más el poder mental del Amo que el propio dolor físico, además le tenía preparada una grata sorpresa final con luna.
Los primeros momentos fueron de absoluto dominio mental, de hablarle suavemente al oído pero con tono autoritario, de mantenerla de pie con las piernas abiertas, de ir rodeándola con mi presencia, de hacerle notar mi fuerza con algún azote, con algún latigazo… Su respuesta a un dolor soportable era buena, su sexo se humedeció de forma rápida, introducía mis dedos en ella y notaba su excitación, y eso me indicaba que estábamos en el buen camino.
La dejé durante unos minutos allí, de pie, mirando al suelo, mientras fui a tomar una copa, a mi vuelta le coloque las pinzas en los labios de su vagina y jugué de nuevo con sus pezones antes de colocárselas en ellos. Jugué con las pinzas que había colocado en su vagina y sus pezones, seguí hablándole al oído hasta que empezó a temblar de excitación, de temor por lo que estaba viviendo, se sentía increíblemente sensual y excitada. Yo sabía perfectamente muchos detalles sobre ella y uno de ellos era su bisexualidad, por ello, quise que aquella primera sesión tuviera el final merecido, así que llamé a luna y quise disfrutar de la visión de mis dos sumisas aquella noche…
Dhanko
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