La humillación la considero fundamental en una sesión BDSM, bajo mi forma de
entenderla la divido en dos partes, la humillación física y la metal.
La humillación física es aquella en la que convertimos a nuestra sumisa en un mero objeto, ya sea un cenicero, un adorno, una perrita a cuatro patas… cualquier forma que nosotros consideremos apropiada para nuestro gusto y placer (aunque hablemos de humillación física también tiene parte de mental lógicamente, debemos pensar que ella es consciente de lo que hacemos con ella y eso se transmite a su mente).
La humillación mental es algo más complicada, a mi personalmente es la que me aporta más fuerza y placer. Siempre debemos tener presente que hay que conocer muy bien a nuestra sumisa para que este tipo de humillación sea satisfactoria, tenemos que conocer muy bien sus gustos, sus miedos y sus fantasías para jugar mentalmente con ella centrándonos en esos puntos.
Hace pocos días tuve a una sumisa de 45 años que me contó que su fantasía era ser prostituta, lógicamente era una fantasía que no quería cumplir realmente, pero si que le excitaba increíblemente pensarlo, y solamente con crear en su mente alguna situación con esa fantasía de referencia, se ponía como una perra en celo. Así que durante la sesión fui creando pequeñas dosis de juego mental con ella centrados en esa fantasía. Realmente la hice sentirse una prostituta y a mitad de sesión ya temblaba del éxtasis que le hice sentir solamente con mi voz.
Lo más importante es jugar con la humillación mental durante toda la sesión, no debemos nunca centrarnos en un tiempo y olvidarnos de esta práctica el resto de la sesión.
Así mismo, es de vital importancia que cuando queramos transmitirle algo a nuestra sumisa que queramos que tenga la fuerza que buscamos, no podemos decirlo sin más, porque no sabemos si realmente lo captara como nosotros pensamos. Por ello siempre recomiendo que forcemos sus sentidos en nosotros agarrándole del pelo fuertemente y dirigiendo su oído a nuestra boca para susurrarle aquellas cosas que queramos transmitirle, ese gesto sumado a lo que este viviendo en ese momento la llevara a un estado mental difícilmente conseguido si tu sumisa está fría.
Bajo mi punto de vista, nunca hay que abusar de la humillación física, aunque es algo que debe existir en una sesión de una forma u otra debemos darle fluidez a la sesión y esta práctica no es la más adecuada. Puede ocurrir, (porque me ha pasado) que nuestra sumisa disfrute tanto de la humillación física que nos veamos obligados a que sea una práctica fundamental de la sesión. Lo que tenemos que hacer en ese caso es intentar dar fluidez con prácticas realizadas al mismo tiempo que ella disfruta de su humillación física. Por ejemplo… si nuestra sumisa disfruta siendo una perrita a nuestro lado, tenemos todo su cuerpo para jugar al mismo tiempo con el, ya sea con pinzas, cera, azotes y otros elementos que veremos más adelante.
Recuerda siempre que el secreto para que una sesión BDSM sea fluida y satisfactoria para ambas partes es sorprender, si protocolizamos la sesión haciendo siempre lo mismo y en el mismo orden, nuestra sumisa no la disfrutará del igual forma y terminará convirtiéndose en un juego más antes del sexo.
Dhanko